PANCHA MORLÁN

02 / MAR / 2020

PANCHA MORLÁN

Nació en una primavera en la que comenzaba el siglo XX, un 23 de mayo de 1901, y murió en un otoño en que la centuria se veía ya rematar, un 20 de octubre de 1996. Vivió y soñó siempre en Sada, en la casa natal, en el barrio marinero de la Tenencia. Hija de Jacinto Morlán, emigrante que pasó buena parte de su vida trabajando en un vapor que hacía la ruta Argentina-Gran Bretaña, y de Antonia Ramos, ama de casa, Francisca Morlán (Pancha, como le llamaban todos los que la conocían) era a pequeña de cinco hermanos. A los dos mayores, emigrados en la capital bonaerense desde bien nuevos, nunca los conoció más que por carta; a la tercera, tampoco, pues falleció de niña, antes de que Pancha naciera. Con la cuarta de los hermanos, Ramona, vivió prácticamente toda su vida.

Desde muy pequeña quiso ser maestra, por lo que consiguió que el padre de una de sus amigas, la preparara para presentarse por libre a los exámenes de la Escuela Normal de maestras, que nunca aprobaría. Sin embargo, esto no sería bastante para que abandonara su vocación. Tras rechazar un trabajo en el centro educativo "Sada y sus contornos", fundado por los emigrantes de la villa en Cuba y aun hoy en funcionamiento, monta en 1929 su propio colegio en la bodega de su casa, que acondiciona para tal fin. De este modo, la guardería infantil y escuela de enseñanza primaria "Francisca Morlán" quedará situada en la calle de la Tenencia nº16 de la villa mariñana y será la mayor prueba del carácter emprendedor de su propietaria.

No obstante, este primero empuje no será suficiente para desarrollar libre y tranquilamente su trabajo, ya que en varias ocasiones y de distintas maneras, intentarán cerrarle la escuela por motivos variados: algunos responderán a hechos objetivos, por no poseer el título correspondiente, y otros se derivarán de intereses más dudosos y ciertamente oscuros. La primera de estas tentativas llega el 24 de abril de 1936, aún bajo el gobierno de la República, día en que se data la carta que Manuel Varela, responsable del "Consejo Local de Primera Enseñanza" de Sada, le remite y en la que la insta a legalizar su situación. Todo quedará resuelto con la presentación de los documentos necesarios en junio de ese incluso año.

Finalizada la guerra, las condiciones del profesorado gallego que no había sido represaliado mudaron considerablemente. Acabaron ya las excursiones, las conferencias y, en general, los aires de renovación que el sistema educativo de la República había traído consigo, mas sobre todo remató la libertad de cátedra durante casi cuarenta años. Buena muestra de esto son las diferentes notas que desde el "Consejo Municipal de Primera Enseñanza" le envían: instándola a acudir con su alumnado a actos de obligado cumplimiento, como la misa por la memoria de José Antonio, y exigiéndole que cumpla con una serie de rituales, como obligar a los rapaces y chavalas a confesarse. Lo mismo ocurre con una serie de libros de los que le mandan deshacerse: entre ellos la Historia de España de Rodríguez García, las Lecturas ciudadanas de Solana y las Lecturas cívicas de Manrique. Aparenta llevarlo a cabo, pero, no obstante, no llega nunca a destruir algunas de sus obras más queridas. Buena muestra de esto es que, después de su muerte, en el desván de su casa aparece una primera edición de las Obras completas de Curros Enríquez.

Mientras aguanta estas intromisiones en su labor profesional, las tentativas de cerrar su escuela continúan. En 1942 pretenden clausurársela, si no acredita en un plazo de dos días a autorización para su apertura. En noviembre de 1946 lo vuelven a intentar, esta vez por practicar, según las autoridades correspondientes, su trabajo clandestinamente. La tentativa más virulenta llegaría en mayo de 1947, cuando la guardia civil se presenta en su casa para detenerla e instruir un atestado en su contra. En la misma situación se encuentran otras maestras de la villa con escuela personal: Julia Castañar, María del Carme Otero y Consuelo Rodríguez, denunciadas por ejercer la enseñanza de una manera "clandestina e ilegal". Finalmente, las cuatro maestras presentan un documento en que ruegan que se les deje continuar con su cometido, porque en el centro de Sada no hay escuelas públicas y porque el número de ellas en el municipio es insuficiente. El permiso definitivo les es concedido el 16 de julio de 1947.

La labor de Francisca Morlán continua en las décadas próximas, llegando a tener, en 1956, 69 alumnos y alumnas de entre 2 y 12 años. Pasados los duros inconvenientes anteriores, consigue que la escuela consiga fama en la villa, por lo que tendrá siempre un alumnado cuantioso. Esto permitió a su propietaria sostener económicamente a sus padres y asegurarles así una vejez digna. La escuela de la calle de la Tenencia cerró en 1980, con una Pancha case octogenaria que continuó de maestra hasta el último día en que en la casa natal, su personalidad firme dejó de respirar.

Autor/a de la biobibliografía: Montse Pena Presas (2006) - Fuente: Consello da Cultura Gallega